martes, 30 de enero de 2018

B



Si, era una señora Polaca, era una casa, fui porque se quemó.
Éramos un grupo de quizá 25 o 30 mexicanos en Toronto y entre nosotros había uno que nos explotaba por menos del mínimo en esos trabajos.
En ese trabajo nos llamó como a 15 de nosotros. Se trataba de la limpieza de una casa que se había quemado y quedó inundada por los bomberos.
No había espacio para caminar dentro de la casa, todos los cuartos estaban saturados, todos los pasillos estaban desbordando, como un enorme rompecabezas con muebles, ropa, artefactos, discos, cajas y 90% de lo que estaba adentro eran cosas nuevas.
¿Dónde estaba? Como a 4 cuadras al norte de donde te quedaste con tu amiga en Queen St.
Todo olía a plástico quemado, al parecer el incendió se generó por un corto circuito. Nos iluminábamos con lámparas, no había luz eléctrica, creo que tendría unos 3 pisos. Estábamos mojados porque todo estaba húmedo y el sótano estaba completamente inundado, creo por eso no podían encender la electricidad o por el riesgo de otro incendio.
Sacábamos zapatos, ropa, aparatos viejos, vinilos, mucho de eso no estaba quemado pero igual todo tenía que ir a la basura.
Encontrábamos botellas de vino de 1950 o anteriores, había muchas cosa que me gustaban, estaba sorprendido.  No me quedé nada para mí, me parecía una falta de respeto.
Había unos cuadros abstractos  que seguro eran muy viejos, no los pude apreciar bien porque las lámparas que nos dio el jefe eran muy corrientes, y apenas iluminaban, creo que podrimos haber rescatado la mayoría de esos cuadros, pero no lo hicimos. Algunos de los otros trabajadores si se quedaron con algunas cosas pero a mí me pareció de muy mal gusto, como carroñeros.
Había juguetes de metal, candelabros, que eran muy muy bonitos, antiguos.  Las botellas de vino que rescataron se las quedó un chico mexicano, se las metía en su chamarra y  las llevaba a esconder una por una a un jardín vecino.
Hasta ese momento para mí era solo un trabajo incomodo más, uno mal pagado pero que me permitía continuar de manera ilegal en el país.  Hasta que apareció  la señora, la dueña de la casa.
Ella se acercaba a nosotros queriendo rescatar lo que sacábamos, era una señora polaca como de 80 años. Hablaba inglés y polaco, algunos de nosotros solo un poco de inglés. Quería rescatar todo, nos decía –¡No tiren eso por favor, lo voy a necesitar!
Nos quitaba las cosas de las manos y las amontonaba en una esquina del jardín de su casa. Desde la puerta de su casa hacia el contenedor gigante de basura teníamos que caminar como 20 metros, en ese tramo ella nos interceptaba.
Después apareció la hija de la señora, que era su vecina, la trataba de tranquilizar, le decía que no íbamos a tirar sus cosas que ella había apartado en un rincón, que solo guardaríamos sus cosas, la hija trataba de llevar a su madre a su casa a la fuerza, entonces la señora se  salía a los 10 minutos y todo volvía a empezar.
La hija hablaba conmigo y con otro chico porque éramos los únicos que hablábamos un poco de inglés.
Nos dijo que su mamá sufrió mucho durante la segunda guerra mundial cuando era una niña y Polonia estaba invadida, después de varios años llegaron a Canadá y la señora guardaba todo porque no sabía si algún día lo podría utilizar, después de haber crecido en medio de la guerra, todo le parecía útil,  guardaba todo pensando en días en los que quizá lo podría  necesitar.
Supongo que la señora no sabría el impacto que tendría para ella a tan largo plazo. Como si esa experiencia iniciara una secuencia de engranes que dieran cuerda a otros engranes y terminara completamente alienada, sin poderse deshacer de todos esos objetos que estaban tan cargados de emociones.
¿Qué ironías no? Sobrevivir a la guerra la hizo ponerse en riesgo de matarse por un incendio a los 80 años, y  a otra vez perder todo.
Tardamos como 2 semanas en limpiar el lugar, 6 días a la semana.
La hija no intentó salvar nada, de los vinos que encontrábamos yo le ofrecí dos botellas antes de que los otros se las quedaran y las aceptó, también tomó una foto con un marco muy bonito. Imagino que era su familia en la fotografía.
Salvo eso, no vi que intentara salvar o rescatar nada, y esos objetos los tomó porque yo se los ofrecí.
Recuerdo que el sótano fue la peor parte porque estábamos en pleno invierno y con el agua congelada en el sótano era muy difícil moverse.
Cada parte de la casa era impresionante, me impactaba, pero en particular el sótano. Estaba lleno de zapatos y ropa, sin pensarlo demasiado diría que había al menos 600 pares de zapatos.  Muchos de esos zapatos quizá tendrían unos 50 años pero todos en sus cajas y jamás usados, nuevos. Bolsas y bolsas con ropa nueva o quizá solo se usó una sola vez, igual que los zapatos se veía que era ropa con la moda desde hacía 50 años hacia ropa actual, ropa más reciente. Todo era de ella, casi todo nuevo.
Quería salir de allí, era muy frio estar en el agua  y no teníamos ropa adecuada, diario teníamos que llevar ropa seca para cambiarnos al terminar.
La orden era tirar todo, pero el que estaba a cargo nos dijo que si queríamos algo estaba bien, pero que lo hiciéramos “por debajo del agua”… “de la pinche agua congelada” pensé .
Hubo días en los que estuve todo el tiempo dentro de la casa y no veía para nada a la dueña. Era una operación de sacar cosas y pasarlas en cadena, así que depende de dónde me tocara en la cadena ese día podría estar desatorando algo y aventándolo a la persona que estaba cerca de mí, y el hacía lo mismo con el que seguía. Había 2 a 3 personas en la puerta, eran los últimos en la cadena y tenían que llevar las cosas al contenedor, ellos eran los que tenían que lidiar con la señora.
Puede ser que en el futuro me olvide de todo esto, o no sé si vivirlo hizo un cambio en mí, si yo cambié, o si inició una reacción en cadena  y no tengo idea en qué acabará. Yo no siento nada, o creo que no siento nada. No lo sé.

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