Si, era una señora Polaca, era
una casa, fui porque se quemó.
Éramos un grupo de quizá 25 o 30
mexicanos en Toronto y entre nosotros había uno que nos explotaba por menos del
mínimo en esos trabajos.
En ese trabajo nos llamó como a
15 de nosotros. Se trataba de la limpieza de una casa que se había quemado y
quedó inundada por los bomberos.
No había espacio para caminar
dentro de la casa, todos los cuartos estaban saturados, todos los pasillos
estaban desbordando, como un enorme rompecabezas con muebles, ropa, artefactos,
discos, cajas y 90% de lo que estaba adentro eran cosas nuevas.
¿Dónde estaba? Como a 4 cuadras
al norte de donde te quedaste con tu amiga en Queen St.
Todo olía a plástico quemado, al
parecer el incendió se generó por un corto circuito. Nos iluminábamos con
lámparas, no había luz eléctrica, creo que tendría unos 3 pisos. Estábamos
mojados porque todo estaba húmedo y el sótano estaba completamente inundado,
creo por eso no podían encender la electricidad o por el riesgo de otro
incendio.
Sacábamos zapatos, ropa, aparatos
viejos, vinilos, mucho de eso no estaba quemado pero igual todo tenía que ir a
la basura.
Encontrábamos botellas de vino de
1950 o anteriores, había muchas cosa que me gustaban, estaba sorprendido. No me quedé nada para mí, me parecía una
falta de respeto.
Había unos cuadros abstractos que seguro eran muy viejos, no los pude
apreciar bien porque las lámparas que nos dio el jefe eran muy corrientes, y
apenas iluminaban, creo que podrimos haber rescatado la mayoría de esos
cuadros, pero no lo hicimos. Algunos de los otros trabajadores si se quedaron
con algunas cosas pero a mí me pareció de muy mal gusto, como carroñeros.
Había juguetes de metal,
candelabros, que eran muy muy bonitos, antiguos. Las botellas de vino que rescataron se las
quedó un chico mexicano, se las metía en su chamarra y las llevaba a esconder una por una a un jardín
vecino.
Hasta ese momento para mí era
solo un trabajo incomodo más, uno mal pagado pero que me permitía continuar de
manera ilegal en el país. Hasta que
apareció la señora, la dueña de la casa.
Ella se acercaba a nosotros
queriendo rescatar lo que sacábamos, era una señora polaca como de 80 años. Hablaba
inglés y polaco, algunos de nosotros solo un poco de inglés. Quería rescatar
todo, nos decía –¡No tiren eso por favor, lo voy a necesitar!
Nos quitaba las cosas de las
manos y las amontonaba en una esquina del jardín de su casa. Desde la puerta de
su casa hacia el contenedor gigante de basura teníamos que caminar como 20
metros, en ese tramo ella nos interceptaba.
Después apareció la hija de la
señora, que era su vecina, la trataba de tranquilizar, le decía que no íbamos a
tirar sus cosas que ella había apartado en un rincón, que solo guardaríamos sus
cosas, la hija trataba de llevar a su madre a su casa a la fuerza, entonces la
señora se salía a los 10 minutos y todo
volvía a empezar.
La hija hablaba conmigo y con
otro chico porque éramos los únicos que hablábamos un poco de inglés.
Nos dijo que su mamá sufrió mucho
durante la segunda guerra mundial cuando era una niña y Polonia estaba
invadida, después de varios años llegaron a Canadá y la señora guardaba todo
porque no sabía si algún día lo podría utilizar, después de haber crecido en
medio de la guerra, todo le parecía útil,
guardaba todo pensando en días en los que quizá lo podría necesitar.
Supongo que la señora no sabría
el impacto que tendría para ella a tan largo plazo. Como si esa experiencia
iniciara una secuencia de engranes que dieran cuerda a otros engranes y
terminara completamente alienada, sin poderse deshacer de todos esos objetos
que estaban tan cargados de emociones.
¿Qué ironías no? Sobrevivir a la
guerra la hizo ponerse en riesgo de matarse por un incendio a los 80 años, y a otra vez perder todo.
Tardamos como 2 semanas en
limpiar el lugar, 6 días a la semana.
La hija no intentó salvar nada,
de los vinos que encontrábamos yo le ofrecí dos botellas antes de que los otros
se las quedaran y las aceptó, también tomó una foto con un marco muy bonito. Imagino
que era su familia en la fotografía.
Salvo eso, no vi que intentara
salvar o rescatar nada, y esos objetos los tomó porque yo se los ofrecí.
Recuerdo que el sótano fue la
peor parte porque estábamos en pleno invierno y con el agua congelada en el
sótano era muy difícil moverse.
Cada parte de la casa era
impresionante, me impactaba, pero en particular el sótano. Estaba lleno de
zapatos y ropa, sin pensarlo demasiado diría que había al menos 600 pares de
zapatos. Muchos de esos zapatos quizá tendrían
unos 50 años pero todos en sus cajas y jamás usados, nuevos. Bolsas y bolsas
con ropa nueva o quizá solo se usó una sola vez, igual que los zapatos se veía
que era ropa con la moda desde hacía 50 años hacia ropa actual, ropa más
reciente. Todo era de ella, casi todo nuevo.
Quería salir de allí, era muy
frio estar en el agua y no teníamos ropa
adecuada, diario teníamos que llevar ropa seca para cambiarnos al terminar.
La orden era tirar todo, pero el
que estaba a cargo nos dijo que si queríamos algo estaba bien, pero que lo hiciéramos
“por debajo del agua”… “de la pinche agua congelada” pensé .
Hubo días en los que estuve todo el tiempo dentro de la casa y no veía para nada a la dueña. Era una operación de
sacar cosas y pasarlas en cadena, así que depende de dónde me tocara en la
cadena ese día podría estar desatorando algo y aventándolo a la persona que
estaba cerca de mí, y el hacía lo mismo con el que seguía. Había 2 a 3 personas
en la puerta, eran los últimos en la cadena y tenían que llevar las cosas al
contenedor, ellos eran los que tenían que lidiar con la señora.
Puede ser que en el futuro me
olvide de todo esto, o no sé si vivirlo hizo un cambio en mí, si yo cambié, o
si inició una reacción en cadena y no
tengo idea en qué acabará. Yo no siento nada, o creo que no siento nada. No lo
sé.