Después de una serie de malas y
buenas decisiones y sufrir la consecuencia de la atracción y todos los
desjuciamientos que esto conlleva, es que regresé de manera temporal a mi
ciudad de origen, llamándolo una visita
temporal. Con un timing imprudente, justo al establecerme es que soy informado
sobre la hospitalización de un familiar, secuelas de una enfermedad metabólica
y una pobre capacidad de auto cuidado. Por petición de mi familia es que serví
de acompañante para el día de su amputación, la pierna izquierda.
Cada uno de mis familiares me
preguntaba por separado sobre la necesidad de la amputación, y yo les escuchaba
por separado como cada uno de ellos imaginaba su propia grotesca versión de una
amputación quirúrgica, que incluían sierras eléctricas, cincel y martillo,
miembros mutilados aún en movimiento, curioso todo.
Pensé que sería un letargo
esperar en el hospital pero sucedió algo maravilloso, mientras hacía antesala en los sillones ligeramente polvorientos y
descoloridos del pasillo es que recibí un mensaje de texto a mi celular. Yo
nunca pensé que podría ser tan adicto a estos aparatos del demonio, pero tener
acceso a internet las 24 horas del día es una constante tentación para alguien como yo, hijo de los 90’s. El
mensaje era de un a amistad a quien conozco en línea desde hace aproximadamente
10 años, vive en el extranjero, solo, con un par de gatos. Durante el día
dedica su tiempo a escuchar black metal, los éxitos pop del momento, trabaja
rechazando solicitudes de trabajo para diversas compañías, pero sobre todas las
cosas se queja, se queja de cualquier situación a forma de broma y de una
manera tan elaborada y absurda que me resulta hilarante pues es difícil diferenciar
la hipérbola y la magnificación de la realidad. El primer texto decía:
Estoy entado en el escusado y
necesito contarte algo… comí ositos de gomita sin azúcar, light. Primero que
nada debo decir que saben bien, les
calificaría con 5 estrellas. Gomitas taaaaan buenas, tan deliciosas, suaves.
Efectivamente saben a fruta como los ositos de gomita normales y fui feliz al
devorarlas.
Salió una enfermera para avisar a
la familia que X había entrado a quirófano, mis familiares iniciaron con su
inquietud y/o a rezar. Yo al mismo tiempo imaginaba todo el ritual
preoperatorio, las pláticas de vestidor, la mesa quirúrgica, los uniformes, el
quirófano, las luces, el frio, el lavado de manos, también imaginaba a mi amigo
mensajeando desde su inodoro, probablemente con la puerta abierta y algún gato
merodeando.
Pero después de comer cerca
de 20 de estas gomitas el infierno se desató. Tuve una experiencia
gastrointestinal como nunca antes había yo imaginado. Calambres, sudoración,
inflamación más allá de mi peor pesadilla. He tenido intoxicaciones por comer
mariscos en mal estado que parecen un paseo en el parque comparado con lo que
estaba sucediendo en mi interior.
Vaya que fue distinta la atención
en un hospital de gobierno comparado a uno particular, en ese lugar tenían café
y galletas (aunque un tanto rancias) en la sala de espera. Esto lo descubrí
cuando tuve que alejarme momentáneamente de los parientes porque no paraba de sonreír
al ver mi celular y leer el inicio de la aventura gastrointestinal de mi amigo.
Seguro que para entonces ya estaban haciendo el aseo quirúrgico y todo el
ritual de los campos estériles.
Después llegó, oohhh, la
flatulencia. Por todos los santos, los sonidos, como trompetas llamando a los
demonios de vuelta al infierno…. El olor, como si mil cadáveres en descomposición
hubieran vomitado al mismo tiempo. No podía permanecer mucho tiempo en la misma
habitación por temor a morir o desvanecer ante mis propios olores.
Los hijos del desafortunado mantenían
una postura de preocupación y aprensión. Una aparente empatía aunque en
realidad ya hacía años que el pobre cuerpo acostado en el quirófano ya vivía solo
y sin recibir visitas. Yo pensaba, el paciente se coloca en posición decúbito supino,
todo mundo está listo, el material quirúrgico brillante y estéril, seguro están
realizando la primera incisión en piel con bisturí frio.
Eso de fingir seriedad cuando es increíblemente
entretenido un caso de diarrea ajena por ositos de goma asesinos no fue mi
fuerte. Probablemente fui visto por toda la familia como un patán por no
despegarme del celular y seguir riendo.
Pero espera, hay más! Mucho más!
Aquello que salía de mi se sintió como si alguien hubiera intentado vaciar el
Niagara a través de un popote para café. Juro que mi esfínter gritaba! Sentía
que mi delicado músculo se transformaba en un túnel que vomitaba a manera de
proyectil a presión un torrente de residuos tóxicos líquidos. Era 100% líquido,
líquido flamable, NAPALM. Lo encontré por un breve momento (un nanosegundo)
como algo chusco, era algo que sobrepasaba mi imaginación, y duró por horas.
Risas, primero pequeñas risillas
inocentes que cada vez eran más difíciles de ahogar o apagar y que se
convirtieron en ataques de carcajadas que intentaba disimular con tos, muy mal
disimulada por cierto. Ya para entonces yo supuse que ya habían usado el
bisturí eléctrico para seccionar el tejido celular subcutáneo hasta llegar a la
aponeurosis, mostrando en toda su gloria a los grupos musculares anterolateral,
la arteria y vena femoral, nervio safeno, nervio ciático y demás chunches.
Me sentí violado cuando acabó
la primera descarga, lo cual creo que fue en algún momento de la mañana del
siguiente día. Estaba evacuando cosas que había comido en una boda en el 2005,
tremenda limpieza. Tenía una bolsa de 800 gramos de sitos de gomita sin azúcar,
de inocente apariencia y sabor frutal pero de infernales intenciones, le conté
a una amiga sobre mi primera experiencia, tu sabes que la gente piensa que yo
exagero, y a pesar de mis insistentes advertencias y gráficas descripciones,
ella decidió probarlas y llevarse todo el paquete de mis manos.
Probablemente se preguntaban mis
hermanos, primos, padres, y demás, sobre el paradero del familiar médico que
brindaría consuelo y estaría atento a los informes y posibles complicaciones,
explicar con detalle al resto de la familia pero ya no podía apagar más mi risa
y salí a la cafetería a soltar la carcajada mientras le seccionaban los grupos
musculares al desafortunado, mientras ligaban y seccionaban por separado los
paquetes vasculares y separaban el tejido con el periostótomo.
Recordé las varias explicaciones
alocadas de mis familiares acerca de la forma en que se realiza la amputación y
como se cortaba un hueso pero en
realidad se utiliza una sierra Golgi, que asemeja más un instrumento de tortura
y homicidio que un instrumento quirúrgico. Es una cuerda elaborada de acero
inoxidable con un trenzado adecuado para el corte del hueso, con un mango a
cada extremo, existen de 30, 50 y 75 cms de longitud. La sección del hueso se
logra rodeando la sierra alrededor del fémur, infringiendo fricción con
movimientos de tracción de manera alternante con mano izquierda y derecha.
Mientras se secciona el hueso, este debe ser lavado con suero fisiológico
debido a la misma fricción. Posteriormente se liman los bordes óseos, se aplica
cera ósea sobre la sección y finalmente se cierra el muñón por planos, se
suturan aponeurosis, tejido celular subcutáneo y piel.
Pobre y tonta mujer. Fue el
mismo destino para ella, me llamó desde su estancia en el baño, porque uno
termina inevitablemente viviendo en el baño como si fuera una especie de
embrujo, para decirme que se arrepentía profundamente y deseaba haberme
escuchado, creo que estaba llorando. Si algún día te encuentras con esta
abominación de la naturaleza, esos engendros infernales de colores y apariencia
de ositos, entonces corre y no mires para atrás.
Para finalizar la noche, después de
la estancia en el hospital y de que me encontré con la misma mirada desaprobatoria
de mis familiares fui a casa y frente al espejo duré 30 minutos en mi aseo
bucal, 5 minutos para el lavado de cada diente con mi cepillo usual y después 25
minutos usando hilo dental, con movimientos alternantes entre los dedos de la
mano izquierda y derecha, deslizando entre las encías y cada superficie dental,
tuve un momento de claridad.
-Claro, la maldita gelatina viene
de los huesos. De los huesos, uñas, piel, tendones y toda la porquería de los
animales. De ahí viene la grenetina para las gomitas como los ositos. Debo irme
de este lugar- Pensé