miércoles, 17 de octubre de 2007

Equus


Alrededor de dos décadas atrás, las crisis convulsivas, la epilepsia y la actividad paroxística cerebral fueron localizadas en la corteza del cerebro. Una máquina similar a un electroencefalógrafo fue creada especialmente para localizar la fuente de estas patologías detectando y registrando patrones de actividad eléctrica patológica y fisiológica. Al mismo tiempo se descubría un nuevo fármaco, un modulador conductual capaz de despertar el ‘subconsciente freudiano’.

Actualmente la capacidad de una computadora eficiente de quinta generación, así como la tecnología aplicada en imagenología (tomografía computarizada, resonancia magnética, etc.) para procesar infinitos algoritmos y visualizaciones, junto con la maquina creada en los ochentas y el fármaco fueron necesarios para crear a Equus.

Desconozco las razones y circunstancias en las que se desarrolló, pero pasó. Uno de los creadores se convirtió en el sujeto de experimentación para el proyecto, bajo los efectos del fármaco ‘D’ (el modulador conductual, ignoro el verdadero nombre, así que lo llamare ‘D’) y usando la obsoleta máquina de los 80’s conectada a un procesador de tomografía computarizada, a la computadora de quinta generación y a una pantalla a blanco y negro

Así es como funcionaba, el fármaco D ‘liberaba’ el subconsciente freudiano, la máquina localizaba la actividad cerebral en el sistema límbico así como en el lóbulo temporal, la tecnología de imagenología actual recolectaba y reconstruía los datos que luego eran traducidos a imágenes gracias a una base de datos visuales predeterminada creada con el sujeto experimental en un estado mental conciente previo al experimento; la computadora era responsable de reproducir las imágenes en la pantalla a blanco y negro al combinar los algoritmos obtenidos por la TC y la base de datos visual. El resultado fue una versión alterada y lenta del sujeto experimental en situaciones extrañas,

Primer sujeto experimental: La imagen de el mismo en su infancia sentado solo, en el asiento trasero de un coche amplio en movimiento, un thuderbird quizás. El niño mostraba fascies de angustia y las imágenes se mostraban en cámara lenta. En tiempo real, el sujeto se mantenía calmado. Posterior al experimento el sujeto se mantuvo en un estado de serenidad y felicidad, extrañamente.

Sujeto numero 2: Masculino, sus resultados fueron bastante diferentes. La pantalla mostraba solo su cara mientras comía otro rostro humano (este rostro fue desconocido por el equipo de investigación). Estas características antropofágicas se repetían infinitamente. Así como el sujeto numero uno, al terminar el experimento se mostró en un estado de relajación y calma.

Sujeto numero 3: Femenina, la pantalla mostró a sus padres discutiendo en una violenta pelea doméstica, una vez mas al término del experimento el sujeto se mantuvo en estado de placer, relajación y serenidad.

Los resultados arrojados por los primeros 3 sujetos de experimentación compartían características importantes, todas las imágenes involucraban formas humanas de algún tipo, todos experimentaron sensaciones placenteras, alivio y disminución del estrés, todos recordaron al menos parte del experimento y evocaron memorias o sentimientos, todos excepto el sujeto de experimentación numero 4.

El sujeto número 4 no pudo ser inducido fácilmente al nivel de conciencia deseado por el fármaco D, las imágenes mostradas en la pantalla eran de piel y dientes de animales así como una serie de maquinas y figuras geométricas, todo esto en un patrón caótico sin lógica o ritmo y terminaba con una imagen estática de la cabeza decapitada de un caballo. La cabeza del caballo fue la única imagen que mostró algún tipo de ritmo pues se repetía constantemente, esta no mostraba ningún movimiento. El sujeto de experimentación se encontraba pálido y diaforético, sus signos vitales se mantenían estables. El experimento fue interrumpido, el sujeto desarrolló afasia total súbita y un comportamiento hipersexual patológico permanente cuando regresó del trance inducido. Ese fue el fin de la máquina.

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lunes, 8 de octubre de 2007

"the sound of books"

¿Cómo comparar a un escritor con un músico? Talvez la comparación se refiera al estilo literario y/o musical, podría tratarse de una casualidad, un evento aleatorio captado por una mente ociosa, pero parece que no es así. Me llama la atención cuando en diferentes partes de la wired la gente compara a Haruki Murakami con Susumu Yolota como homólogos. ¿Cómo diablos? me pregunto; primero una breve referencia al estilo “ctrl + v”, no sobre sus vidas, sino sobre el estilo y mi opinión personal.

Susumu Yokota, quien comenzó con música house y techno ‘avanzó’ hacia el ambient y el IDM, en sus canciones utiliza samples de piano, voces, guitarras y otros componentes rítmicos para crear paisajes musicales con complejas estructuras y capas de sonidos, sus seguidores muchas veces son incapaces de poner en palabras lo que transmiten sus canciones porque en realidad son ambiguas sensaciones, sus canciones pueden ser vistas como pequeños cuentos en los que el climax de la historia sería el equivalente a la máxima cantidad de capas musicales o la presencia del sample mas llamativo / importante/ tranquilo / extraño.

Sus canciones no son pretenciosas – al menos no en mi opinión-, no pretenden atraer los reflectores, no sirven para éxitos de radio, al contrario son canciones que el oído vulgar calificaría como desechables o música de elevador. Inspiradoras para las personas de mente activa y actitud tranquila, recuerdo las animaciones de Amanda en Flash inspiradas en Yokota. Muy importante, al terminar de escuchar tu canción favorita del nipón te queda una extraña sensación similar a un voyeur del subconsciente, con duda de si el ambiente musical fue creado para despersonalizarte o desrealizarte.

Haruki Murakami, en su también estilo “pop”, no tomándose muy en serio crea narraciones magníficas en los que el factor común son historias melancólicas, humorísticas y surreales. Surreales en el sentido de los procesos mentales y los eventos reales. Es imposible no empatizar con alguno de sus personajes, también imposible no reconocer la enorme influencia musical en su vida y su obra que va desde el barroco clásico (El nombre de Sumire) hasta el rock pop occidental.

Haciendo hincapié en las referencias musicales importantes tenemos al detonador emocional de Toru Watanabe, la canción de los Beatles y título de su libro: Norwegian Woods, La canción que dá comienzo a la crónica del pájaro que da cuerda al mundo, La Gazza Ladra. Kafka Tamura escucha a Radiohead en su discman como buen chico aislado sin dar espacio al estereotipo del adolescente introvertido inconforme.

Los personajes de Murakami descubren el placer de contar con alguien para eternas platicas sobre piano o los clásicos literarios de occidente o despertar el interes en estos.

Como bien dicen, “leer un libro de Murakami equivale a despertarse de un magnifico sueño: nada ha cambiado realmente, pero uno ve el mundo de una manera distinta”.

Y esa manera es de soledad y alienación , es despertar de un ambiente creado para la sinestesia.

Buscar detalles y coincidencias entre ambos (Haruki Murakami y Susumu Yokota) es facil: gatos (Grinning Cat / Kafka en la orilla / El gato Noboru Wataya) , capas de sonidos/historias y personajes que se vuelven mas complejos, su nacionalidad, pero lo mas importante es la reacción en el escucha/lector. Objetivamente las canciones y los libros son completamente diferentes, subjetivamente son paralelos sin conciencia de la existencia de su homólogo.