lunes, 8 de octubre de 2007

"the sound of books"

¿Cómo comparar a un escritor con un músico? Talvez la comparación se refiera al estilo literario y/o musical, podría tratarse de una casualidad, un evento aleatorio captado por una mente ociosa, pero parece que no es así. Me llama la atención cuando en diferentes partes de la wired la gente compara a Haruki Murakami con Susumu Yolota como homólogos. ¿Cómo diablos? me pregunto; primero una breve referencia al estilo “ctrl + v”, no sobre sus vidas, sino sobre el estilo y mi opinión personal.

Susumu Yokota, quien comenzó con música house y techno ‘avanzó’ hacia el ambient y el IDM, en sus canciones utiliza samples de piano, voces, guitarras y otros componentes rítmicos para crear paisajes musicales con complejas estructuras y capas de sonidos, sus seguidores muchas veces son incapaces de poner en palabras lo que transmiten sus canciones porque en realidad son ambiguas sensaciones, sus canciones pueden ser vistas como pequeños cuentos en los que el climax de la historia sería el equivalente a la máxima cantidad de capas musicales o la presencia del sample mas llamativo / importante/ tranquilo / extraño.

Sus canciones no son pretenciosas – al menos no en mi opinión-, no pretenden atraer los reflectores, no sirven para éxitos de radio, al contrario son canciones que el oído vulgar calificaría como desechables o música de elevador. Inspiradoras para las personas de mente activa y actitud tranquila, recuerdo las animaciones de Amanda en Flash inspiradas en Yokota. Muy importante, al terminar de escuchar tu canción favorita del nipón te queda una extraña sensación similar a un voyeur del subconsciente, con duda de si el ambiente musical fue creado para despersonalizarte o desrealizarte.

Haruki Murakami, en su también estilo “pop”, no tomándose muy en serio crea narraciones magníficas en los que el factor común son historias melancólicas, humorísticas y surreales. Surreales en el sentido de los procesos mentales y los eventos reales. Es imposible no empatizar con alguno de sus personajes, también imposible no reconocer la enorme influencia musical en su vida y su obra que va desde el barroco clásico (El nombre de Sumire) hasta el rock pop occidental.

Haciendo hincapié en las referencias musicales importantes tenemos al detonador emocional de Toru Watanabe, la canción de los Beatles y título de su libro: Norwegian Woods, La canción que dá comienzo a la crónica del pájaro que da cuerda al mundo, La Gazza Ladra. Kafka Tamura escucha a Radiohead en su discman como buen chico aislado sin dar espacio al estereotipo del adolescente introvertido inconforme.

Los personajes de Murakami descubren el placer de contar con alguien para eternas platicas sobre piano o los clásicos literarios de occidente o despertar el interes en estos.

Como bien dicen, “leer un libro de Murakami equivale a despertarse de un magnifico sueño: nada ha cambiado realmente, pero uno ve el mundo de una manera distinta”.

Y esa manera es de soledad y alienación , es despertar de un ambiente creado para la sinestesia.

Buscar detalles y coincidencias entre ambos (Haruki Murakami y Susumu Yokota) es facil: gatos (Grinning Cat / Kafka en la orilla / El gato Noboru Wataya) , capas de sonidos/historias y personajes que se vuelven mas complejos, su nacionalidad, pero lo mas importante es la reacción en el escucha/lector. Objetivamente las canciones y los libros son completamente diferentes, subjetivamente son paralelos sin conciencia de la existencia de su homólogo.

1 comentario:

Netzaaa! dijo...

Dejarle al lector imaginarse la canción de Umibe no Kafuka se me hizo muy cruel. Sus libros deberían traer banda sonora :p

Precisamente lo que me gustó de Murakami fue su capacidad para crear esos ambientes que pensé sólo podía dibujar la música, como cuando K va caminando en la noche en la isla griega buscando a Sumire o cuando Kafka decide perderse en el bosque de la montaña de Ōshima, o cuando describe Sumire el sueño de su madre y cuando la chava cuenta su cuento de los sauces ciegos y la mujer dormida que también soñó, o cuando Kafka viola en un sueño a su hermana y cuando Sumire y Myū se abrazan desnudas... vaya...

También sentí eso de que es fácil identificarse con algún personaje. Yo me sentí como Hoshino cuando escuché el Trío del Archiduque, totalmente ignorante del tema pero disfrutándolo ya que uno le encontró el sentido, y también algo parecido cuando fui de copiloto en un auto a toda velocidad escuchando a Schubert.